Aunque para Gabriel Ignacio Lockward la música comenzó como un vacilón, hoy encapsula la energía del sol en cada uno de sus temas. Es lo que quiere con sus canciones, iluminar y alegrar las vidas de quienes lo escuchen. 

El cagüeño, quien artísticamente solo utiliza su apellido, busca su propia manera de brillar en la escena independiente con un amplio espectro de géneros musicales y un mensaje de optimismo. 

“Mi slogan es el sol y quiero traer un mensaje positivo, que inspire a los demás”, asegura el joven de 21 años. “Lo que quiero es que las personas que escuchen mi música se lo queden para siempre.”

Esa intención se refleja en el escenario. Con dosis de genuinidad, logra que las personas se conecten con su música. “Trato de dejar mi corazón ahí”, afirma. 

Lo compara con una anécdota muy familiar: la manera en que su abuela cocinaba. 

“Ella hacía esa comida con tanto amor, y yo lo reconocía porque sabía tan buena. Eso mismo quiero transmitir”, sostiene. 

Entonces, sus presentaciones y su música se convierten en una cocina “para que el mundo pueda comer ese arroz con habichuelas y diga: ‘Wow, esto se hizo con tanto amor que me hizo feliz’”.

Porque al final, resalta Lockward, la vibra positiva es lo que realmente permanece. 

“La gente no se acuerda de lo que dices en el show ni del set list. Solo recuerdan cómo los hiciste sentir. No se van a acordar de más nada. Ese feeling es lo que se queda por siempre”, puntualiza.   

Su objetivo es ofrecer un espacio donde puedas olvidarte de las preocupaciones, aunque sea por unas horas. “Ven a verme para que la pases bien, para que te despejes”, invita. 

Entre herencia y epifanía

La música corre por sus venas. Su bisabuelo fue el cantautor dominicano Juan Lockward, y su padre y su hermano también nadan en acordes; ambos guitarristas. A Lockward solo le hacía falta un detonante para que descubriera su propósito. 

Eso pasó en la high, vacilando entre panas. Así, descubrieron las posibilidades que les brindaba la aplicación GarageBand para crear piezas musicales. En ese entonces, se enfocaron en hacer parodias y canciones que no tomaban muy en serio, pero con las que se divertían y aprendían. 

Entre chistes, terminaron resonando con el estudiantado de su escuela superior en Caguas, gracias a la canción “Dile a la chama”. La interpretaron en una fiesta y, al ver a más de 200 estudiantes cantar el coro, tuvo la epifanía que marcaría el rumbo de su vida. 

“Esto de la música puede ser posible”, se dijo. 

Tras graduarse, los panas con quienes relajaba tomaron distintos rumbos. Él, en cambio, decidió seguir en la música. Con su primer sencillo oficial, “Amor y Sustancia”, quedó definido el mood playero soulful.

Rayos del sol

Desde “No sé qué me hiciste”, su segunda canción, marcada por un sonido disco ochentoso, quedaba claro que no haría más de lo mismo. Pero no se detuvo en ese género, exploró el reggae en “Oleaje”, un giro más electrónico en “Dónde estoy”, el rock en “Aurora”. 

Y  no se queda ahí. Cada tema suyo carga un sello distinto, siempre dentro de un universo alternativo y veraniego. 

“Veo todo lo que está trending y quiero hacer todo lo contrario”, confiesa sobre su propuesta musical.

Lockward ve sus colaboraciones como oportunidades para expandir aún más la gama de su sonido. En su sencillo más reciente, “La Conocí”, junto al bolerista Alzérreca, se sumergen en el jazz, un territorio nuevo para él. 

“Me gusta experimentar cosas nuevas y salir del comfort zone”, manifiesta. 

Su papel ha sido el de un arrecife creativo, un espacio donde él y otros artistas se mezclan para dar vida a algo distinto. De ahí han nacido varios temas, como el reggaetón “Demencia”, junto a RiLL; el pop “Si dejaras de existir”, junto a Del Toro; y el vibe lo-fi de “El reloj”, con FE7O.

Si un sol es bueno, imagínate ocho

Para el cantante, una de las mejores decisiones de su carrera fue la creación de su banda, Los Soles. Necesitaba personas que entendieran su concepto y esencia, y que compartieran el mismo amor por la música. Todo fluyó de manera natural. 

“Pienso que cuando uno tiene una energía bonita, la gente con buena energía se te va a pegar… El universo la va a traer a ti, y eso pasó con mi banda. Yo nunca los busqué, todo llegó con base al movimiento”, cuenta. 

El oleaje de la vida lo conectó con cada integrante. Uno de los encuentros más significativos fue con Gabriel, el ukelelista, a quien conoció por casualidad en sus años universitarios. 

Otro hallazgo clave fue el baterista Rightthru, a quien descubrió tras ver un cover suyo en TikTok. La alineación se completa con Anfra en la guitarra, René como el segundo guitarrista y Camila, la corista, con quien Lockward fue a la escuela desde niño.

Pero Los Soles no se limitan al escenario. También forman parte del proyecto la manejadora Laura y el compositor Jean Carlos, otro viejo conocido de la infancia. “Nos complementamos… él [Jean Carlos] puede escribir más poético y yo puedo ser más melódico o catchy”, explica. 

Con esta familia musical, Lockward y Los Soles lanzaron su propio Tiny Desk criollo, Live ENTRESOLES, donde reimaginaron temas de su repertorio, como “Volcán de mi alma” y “Alta Mar”, incluidos en su más reciente proyecto, ENTREOLAS Mixtape, Vol. 1. 

A ese lanzamiento lo acompañó el Entreolas Tour alrededor de Puerto Rico, una experiencia que busca repetir con el Vol. 2. Según adelanta, esta continuación llegará el próximo año, con un sonido más urbano disfrazado de alternativo.

Lockward –y Los Soles– no solo tocan canciones; encienden memorias. Su música brilla como un recordatorio de que la autenticidad puede abrir caminos y que, incluso desde un vacilón, se puede alumbrar una escena entera.